PELÍCULAS
Sinopsis
«De caballos y guitarras» es un musical, también una reflexión sobre el mirar, sobre intentar escapar a una mirada antropocéntrica y también sobre el mismo mirar en el cine. Básicamente es una película de caballos, sobre un concierto de guitarras para caballos que se realizó en el Tempietto de Bramante en Roma, verdadero emblema de las ideas de ventana, perspectiva y razón, que determinan una forma de mirar que se ha hecho hegemónica.
«El caballo es el caballo. Dices ca-ba-llo, y trota; es una palabra que trota»
Ficha Técnica
DIRECCIÓN & GUION
Pedro G. Romero
PRODUCTORES
Cristina Hergueta
José Carlos de Isla
Paco Ortiz
Joaquín Vázquez
DIRECCIÓN IMAGEN
Isaki Lacuesta
DIRECCIÓN SONIDO ROMA
Stefan Voglsinger
MONTAJE
Sergi Dies
MEZCLAS Y PRODUCCIÓN SONIDO
Alberto Carlassare
© 2024 Garde & BNV & Sarao Films & La Zanfoña
«Todos los auténticos saltos se realizan lateralmente, como los saltos del caballo en el ajedrez. Lo que se desarrolla en línea recta y es predecible resulta irrelevante. Lo decisivo es el saber torcido y, sobre todo, el lateral»
Ficha artística
Juan Loriente (voz)
José Luis Ortiz Nuevo (voz)
David Montero (voz)
María Marín
Raül Refree
Alfredo Lagos
Pepe Habichuela
Dani de Morón
Paco de Amparo
Ciro Biasutto
Bruno Alviani
Riccardo Ascani
Participación especial
María García Ruiz
Virginia García del Pino
María Pérez Sanz
Pilar Monsell
FESTIVALES
2024 XXVII Festival de Málaga
Sección oficial documental
2024 XVIII Festival Punto de Vista
Sección oficial. Película clausura
2024 XXII In-Edit Barcelona
Panorama Nacional
2024 XXXVII Premios ASECAN del Cine Andaluz
Nominado No Ficción
«Hay películas que van al paso, otras al trote y otras al galope.»
Nota del director
En realidad, esta película pretende meter un caballo en el cine, proyector y pantalla a la vez. Esa es la intención primera, meterlo así, a lo bruto. Eso es la película: un caballo. Pero, simplemente, hacer esta proposición, enunciarla, transforma este gesto de terror en retórica. La necesidad de hacer lo mismo por otros medios. Eso es lo que me interesa de la película, de hacer películas. No se trata de naturalizar la realidad, la manera de captarla. Eso no existe. Pero es posible, y hacerlo posible es también un argumento de esta película. Trata de caballos y de cómo meter los caballos en un cine.
Y trata de responder también a una pregunta. ¿Por qué hacer películas? Después de haber realizado «Nueve Sevillas» y «Siete Jereles» me tocaba preguntarme sobre esta repentina pasión de hacer películas. Aunque parezca mentira esta película es una manera de responder. Y cómo la pregunta no es fácil, la respuesta es compleja. Tras años trabajando con las artes plásticas, con las imágenes, con las técnicas del audiovisual, ahora, ¿hacer películas? Hay una lógica que tiene que ver con la producción, con el trabajo colectivo, con el «general intellect»: en el cine eso no es raro, es más, por más que la publicidad lo simplifique las películas son siempre el trabajo de muchos, de una multitud. Además, una película feminista sobre caballos. Está en el espíritu de los tiempos, desde luego. En filmes tan distintos como «A los libros y a las mujeres canto» (2022) de María Elorza y en «Barbie» (2023) -¡tan distintos, uag, ya digo!- de Greta Gerwig, se ofrece esa visión del cine, del origen del cine, feminismo y caballos, mezclados, repito, desde luego, de manera muy distinta. Pero lo que me gusta es que hay algo que va por debajo, algo que no sabría definir bien y que comunica con el tiempo, con el año, con el mismo día de hoy.
La película empecé a grabarla en Roma en 2019 con Isaki Lacuesta que me puso en imágenes el concierto para caballos que con Pepe Habichuela, Alfredo Lagos, Refree, María Marín, Riccardo Ascani, Ciro Biasutto y Bruno Alviani realicé en el Tempietto de Bramante. Me ayudé con varias historias: el Sacco de Roma de 1527, la invención de la perspectiva, las paradojas de la iconoclastia. Aquello ya iba sobre el punto de vista, sobre la mirada, no sólo del cine, la mirada del animal humano. ¿Era posible cambiarla y que quienes miraran fueran los caballos?
Seguí rodando, grabando caballos y guitarras. Se sumaron Dani de Morón en Barcelona y Paco de Amparo en Sevilla. Porque esta es una película flamenca, desde luego. El flamenco es su medio no su tema. Como siempre he propuesto, el flamenco es una manera de hacer y no sólo un tema o una ambientación musical o una figuración tópica. Desde que empecé a pensar en estas imágenes, las síncopas de la seguiriya de Pepe Habichuela estaban sonando en mi cabeza. Ese es su tempo. Así, a ese paso, trota, cabalga de caballos y guitarras.
Pero sin duda, lo que cuentan Virginia del Pino y María García, María Pérez y Pilar Monsell orienta definitivamente la película, marca su paso. Las cuatro son amigas y las cuatro hacen cine. Me interesaba que hablaran de cine desde la perspectiva de género. También desde la perspectiva de género que es el propio cine. Era una ambigüedad calculada. La pregunta no es ya sobre si las mujeres tienen una mirada propia, sino también sobre si el cine mira con autonomía. Ellas me han ayudado, además, a que el espesor de mis cavilaciones fluyera con suavidad, elegancia, ironía, belleza, amor. Cómo dice la letra flamenca: “Eres bonita, la pasión el conocimiento no quita”.
La idea es que la película fuera pasando, progresivamente, del discurso al silencio, de la maravillosa cháchara que se pregunta por el mundo hasta las respuestas que pueden darnos las guitarras en el concierto. Sergi Dies, en el montaje, va llevando las riendas. A veces la cosa cambia de orden. Corre. Se detiene. Es impresionante lo que puede estar preguntándonos Dani de Morón con su seguiriya, ¡qué barbaridad! Esa es la estructura del film, primero hablamos, debatimos, discutimos y poco a poco van perdiéndose los significados de las palabras, quedan los adverbios, las locuciones, los gestos, la música de las guitarras, la respiración de los caballos.
¡Ah!, los caballos. Sería demasiado fácil decir que los caballos están aquí, como en mis otras películas, porque mi abuelo José trató con ellos. Tratante de caballos era su oficio. Un animal totémico, puede ser. Pero los caballos son el cine, eso quiero dejarlo claro, también para cuando los caballos desaparezcan de mis películas. Refree, en un momento del film, habla de cómo los caballos marcan, son el «medium» en el que se mueve el mundo del flamenco, como los coches mueven el rock and roll o los impulsos digitales nuestro mundo de comunicación y redes. Es importante conocer bien nuestra cadena de ADN, saber de dónde venimos y que al principio, antes de los motores y de los bits, los caballos estaban ahí.